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El juego de pelota de los mayas

El juego de pelota de los mayas

El juego de pelota en Chichen Itzá

El juego de pelota puede ser considerado como la ceremonia de carácter ritual más antigua de toda Mesoamérica.

Denominado tlatchtli por los aztecas hoy en día se sigue practicando en algunos pueblos indígenas del noroeste de México (el juego es conocido con el nombre de ulama). Parece ser que su origen se puede remontar a la zona del Golfo de México en el primer milenio antes de Cristo: en esta época es cuando los olmecas observaron por primera vez las característica propia del látex, que es extraído del árbol del caucho, de rebotar. Durante su existencia tan dilatada en el tiempo el juego ha conocido diferentes reglas y versiones dependiendo de la zona en la que se jugara.

Parece ser que su presencia más antigua se encuentra en el yacimiento olmeca de La Venta, aunque allí no se ha encontrado un edifico o un espacio construido específicamente para este juego. La presencia de gran cantidad de canchas para practicar el juego de pelota en los centros mesoamericanos más importantes nos pueden dar una idea de la importancia de este ritual que todavía era practicado por los aztecas a la llegada de los conquistadores españoles.

Hubo campos de juego de pelota en Monte Albán, Chichén Itzá, El Tajín y Tenochtitlan y aunque no se ha encontrado en Teotihuacán ningún espacio dedicado para el juego de pelota algunos estudiosos creen que algunas zonas hundidas de la Calzada de los Muertos podían ser utilizados para este fin.


El recinto

En la mayoría de los casos las canchas par practicarlo tenían planta en forma de I mayúscula con un campo central y dos transversales bien delimitados, estando el campo entero rodeado por un muro de piedra.

A lo largo de los lados más largos se disponían gradas para los espectadores que en muchos casos apostaban con el resultado del partido. También en las paredes laterales se solían fijar (no en todos los campos de juego de pelota se han encontrado) unos anillos de piedra labrados a una altura considerable del suelo y hacia la mitad del campo, considerándose que el equipo que lograra pasar la pelota por el anillo conseguía un tanto.

Las reglas del juego

No se conocen exactamente las reglas del juego pero parece ser que el partido se jugaba por dos equipos, formados por varios jugadores que quizá pertenecían a la clase noble y que siempre eran de género masculino.

La finalidad del juego era lanzar la pesada pelota de goma al campo contrario haciéndola rebotar en el cuerpo de los adversarios y sin tocarla con las manos ni con los pies, aunque se podían utilizar los hombros, las caderas y los brazos. En algunas zonas se han encontrado evidencias de que usaban palos o manoplas para jugarlo. Las partes del cuerpo que se utilizaban para jugarlo eran protegidas por tiras de cuero de venado acolchadas, para resistir el impacto de la pesada pelota, en algunas zonas también se usaban cascos. Y es que el juego podía ser bastante brutal aunque no hubiera sacrificios humanos ya que la maciza pelota podía ocasionar a los jugadores graves lesiones y contusiones.


Ritual religioso

La práctica de este juego estaba ligada al contexto religioso, porque el movimiento de la pelota era asociado con el movimiento de los astros, más concretamente al del sol. Se cree que los jugadores adoptaban el papel de ayudantes o sostenedores del disco solar durante su recorrido diurno y nocturno y tenían la tarea de no dejar caer la pelota al suelo en ningún momento.

Los jugadores debían antes de iniciar el juego ser purificados con un baño de vapor o temazcal donde un guía o sacerdote les asesoraba espiritualmente

Para los mayas del Postclásico y otros pueblos mesoamericanos estaba estrechamente ligado al tema de sacrificios humanos: el equipo vencedor decapitaba al equipo perdedor y alineaban sus cabezas sobre estacas de madera que se encontraban en plataformas o muros de piedra que se llamaban tzompatlli. A pesar de que se podría pensar que este final era algo despiadado y brutal, los miembros del equipo perdedor pensaban que era un honor el ser sacrificados puesto que  así ascenderían al plano de los dioses para convertirse en uno de ellos.

Algunos investigadores también piensan que aparte de este carácter ritual del juego de pelota este también servía para poder resolver problemas y conflictos entre los diferentes pueblos mesoamericanos sin tener la necesidad de entrar en una guerra.


El mito de los Hermanos Gemelos

Un aspecto importante sobre el juego de pelota que hay que saber es que para los mayas estaba relacionado con el mito de los hermanos gemelos.

Establecían así la importancia del juego como un símbolo de la guerra íntimamente relacionado con la fertilidad. La narración mítica de estos héroes gemelos se encuentra en el Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas quichés. Como los gemelos Hunahpu y Xbalanque no paraban de molestar a los señores del Infierno (Xibalbá) jugando continuamente a la pelota, éstos les invitaron a jugar contra los dioses en su reino infernal. Cada vez que jugaban contra ellos los gemelos se las ingeniaban para ganar a los dioses, puesto que sabían que si perdían les costaría la vida.

Por la noche conseguían mediante su ingenio sortear los peligros de las Casas en las que se quedaban. Atravesaron sanos y salvos la Casa de los Cuchillos valiéndose de la magia y encendieron hogueras para superar la Casa del Frío. En la Casa de los Jaguares domaron a los felinos dándoles huesos en lugar de sus propios cuerpos y también sobrevivieron a la Casa del Fuego. En la Casa de los Murciélagos, uno de ellos consiguió decapitar a Hunahpu. Xbalanque hechizó a los animales y consiguió convencer a una tortuga para que se hiciera pasar por la cabeza de su hermano. Después ambos fingieron jugar con los dioses, con la cabeza de Hunahpu suspendida sobre la cancha.

Por último los gemelos engañaron a los dioses. Demostraron su habilidad para cortarse y repararse. Los dioses pidieron que ejecutaran el truco con ellos mismos así que los hermanos los desmembraron pero los dejaron como estaban, obteniendo la victoria definitiva. A través de su auto-sacrificio revivieron a su padre el dios del maíz y ellos renacieron como el sol y la luna.

Con este relato los mayas señalaban dos aspectos muy importantes en su cultura: que cuando un rey maya moría debía prepararse para burlar a los dioses del inframundo si quería renacer como cuerpo celeste (como si fuera una especie de resurrección) y que también eran importantes los sacrificios de sangre para poder asegurar los ciclos agrícolas.


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